De acuerdo a un informe de la OIT,
las pequeñas y medianas empresas generan entre el 60 y 80% del empleo
formal en los países en desarrollo y las economías emergentes.
En el informe “La OIT en América Latina y el
Caribe. Avances y Perspectivas” (2014), elaborado por la Oficina
Regional de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), se afirma
que las PyME, particularmente aquellas compañías más jóvenes y de menor
tamaño, crean prácticamente todos los nuevos empleos.
En los países en desarrollo, las PyME enfrentan
desafíos importantes para alcanzar niveles más elevados de productividad
y para adoptar prácticas sostenibles y responsables en el lugar de
trabajo. La calidad del empleo es en muchos casos pobre, en términos de
condiciones físicas como facilidades en el lugar de trabajo, salud y
seguridad, y en términos de compensaciones (protección social, nivel
educativo y oportunidades para el desarrollo de capacidades y el diálogo
social). Las PYME tienen también niveles de productividad
significativamente más bajos que las empresas de mayor tamaño.
Todo ello, resume un aspecto innegable: las
pequeñas y medianas empresas se encuentran en una posición de
desventaja. Para achicar la brecha, desde la OIT se impulsan tres líneas
de trabajo:
1) promoción de entornos propicios para las empresas sostenibles generadoras de trabajo decente;
2) aumento de la productividad y competitividad de
las MIPYME, promoviendo su formalización a través de su integración en
cadenas de valor consolidadas e impulsando modalidades más limpias de
producción, así como apoyando la formación de los trabajadores;
3) mejoramiento de las condiciones de trabajo y
ampliación de la protección social, incluyendo la salud y la seguridad
de los trabajadores, el ejercicio de los derechos laborales y la
negociación colectiva.
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